10/4/11


Procuro mantener la monótona conversación en el taxi sobre el tiempo, sobre que parece mentira que en pleno mes de abril parezca que estamos en pleno octubre. Me encantaría poder explicarle a ese hombre, al que solo voy a ver esta noche, durante unos minutos, que yo vivo en un perpetuo invierno y me encantaría poder explicarle por que las nubes y el frío se han apoderado de la isla en los días de verano, me encantaría pero me callo y solo asiento con la cabeza con miedo a que se me escape alguna palabra.

- Disculpame, ¿a dónde me dijiste que te lleve? -por supuesto no se lo he dicho-.

Aún no he decidido si pedirle que me lleve a mi casa o a la tuya, a esperar a que vuelvas, sentarme ahí y sentir el frío, esperar con los ojos entreabiertos escuchar tu voz y a ver tus ojos una vez más después de tanto tiempo.

- Villa Diego, Edison entre Alvear y Mendoza...- Obviamente elegí mi casa, un lugar donde pueda llorar sola, sin que nadie me vea, con el vacío que provoca esa seguridad de que no te voy a ver mañana, de que seguramente ya nunca más te voy a ver como antes, de que a partir de ahora todo va a ser diferente. Yo solo quiero que se acabe este invierno para mi, yo solo quiero que hagas que hagas que se temrine todo el dolor que causaste o desaparezcas para siempre...